Hijas del hormigón va de esa historia de las mujeres obreras que hombres, obreros y quienes no, pero que nos han relatado sus andanzas, no nos han contado. Tampoco hemos hablado de ello. Son las que a los tíos nos han parido, criado y cuidado, nuestras madres, abuelas, hermanas, la tía que vivía en tu casa mientras estaba estudiando y las que no lo son, pero han tenido que hacerlo, por vecindad o para ganarse el pan. Son las que se fueron del pueblo a la ciudad, a llevar la casa de las familias del barrio alto, la mujer migrante que hace las camas de un hotel y nuestras compañeras que han sobrepasado a su clase social de procedencia y son ahora médicas o consultoras de una gran multinacional pero que su acento, color de piel, obligaciones familiares o capacidad para responder económicamente a los caprichos de sus pares laborales, les hace no estar cuando “hay que estar”.
Y Aida Dos Santos lo hace de la mejor manera posible: Dejando hablar. El método necesario para recoger la profundidad de cualquier asunto social. Para ello la autora se ha recorrido la geografía española preguntando e hilando posteriormente las respuestas, andamiando (con una extensa biografía leída, integrada maravillosamente bien en el texto) toda una concatenación de experiencias de mujeres en todos los ámbitos sociales y dimensiones de nuestra vida urbana. El urbanismo, el trabajo, la educación, el activismo, la sanidad, etc, se tratan como capítulos independientes pero en el fondo nunca funcionan como temas estancos, puesto que la mayoría de los temas la espada de la desigualdad atraviesa todo.
“A las ciudades se llega a trabajar, no son ciudades que acogen, son ciudades que emplean”, afirma la autora en el primer capítulo, dedicado al urbanismo y para mi uno de los más potentes. Lo afirmo sin hacer de menos para nada peso al resto.
A partir de aquí comienzan las historias de muchas mujeres de distintas generaciones que se van a ella desde localidades pequeñas o medianas de origen, en España o desde otro país, para encontrarse con la dura realidad de la gran ciudad, imán de la oportunidad: desarraigo, dificultad de acceso a la vivienda, segregación espacial, diferencias sociales acrecentadas por el código postal, disparidad de renta entre lugar de residencia y lugar de trabajo, inseguridad, homogeneización por arriba, diversidad por abajo, etc.
Quizás es cierto aquello que decía Ayuso en Madrid (creo), de que es bueno porque será difícil que te vuelvas a encontrar a tu ex, pero es que igual es más difícil aún que te quede tiempo para conocer a otra persona con tranquilidad. Añado que cómo ex-habitante de una gran ciudad, no puedo sino asombrarme del tiempo que he ganado habitando ahora una ciudad mediana/pequeña, aún realizando el mismo conjunto de tareas diarias. Si bien es cierto que sacrificas la variedad y la falta de fiscalización del vecindario, la intensidad laboral y el desplazamiento continuo de una gran ciudad (sobre todo si no tienes gran poder adquisitivo), minan seriamente tu oportunidad de vivir una vida que merezca la pena ser vivida. Serás capaz de mantenerla cuando tu cuerpo aguante pero se pondrá muy cuesta arriba cuando este falle o cambie su estado. Basta querer tener hijo/as para comprobarlo.
Orientadas además a la productividad, como así afirma la autora y de nuevo comparto, quien es empleable tiene la preferencia y así es como se articulan los desplazamientos diarios. ¿Quién ha sido tradicionalmente más empleable?, tradicionalmente nosotros, de ahí que las infraestructuras para el coche se lleven la mayor parte del espacio público por delante. ¿Cómo te arreglas si prefieres o no puedes tener el gasto de un coche? Ya te lo imaginas, aunque para ser honestos, esto no cambia en cualquier núcleo urbano, tan solo se atenúa. En los barrios populares de la ciudad, a menudo lejos del centro y donde acabarán todas las personas que no puedan acceder a las ventajas de la clase media o alta (algo también muy relacionado con el arraigo), también les tocará luchar por las mínimas condiciones de habitabilidad. Cuestiones urbanas que van desde la limpieza y la falta de aceras para desplazarse hasta el colegio, hasta la ocupación infinita de la calle por vehículos, la falta de garajes o de dinero para pagarlos. En esa lucha no solo te encontrarás en frente a una administración aparentemente inoperante y preocupada solo por las zonas más pudientes, encontrarás también a parte de tu vecindario, envalentonado contra tus demandas, exhibiendo una buena indefensión aprendida.
Además, los testimonios cuentan muy bien la dificultad añadida de revertir el proceso: una vez que se entra, es difícil salir, puesto que escaparse para volver, va a requerir el mantenimiento de una infraestructura vital que lleva la economía personal al límite. Poco a poco, esa distancia también rompe con tus vínculos de origen, con lo que tras una gran parte de tu vida en la gran ciudad, no será difícil que te sientas en tierra de nadie.
Seguramente parte de lo que dice la autora y luego añado en esta reseña, lo habrás sentido también como emigrante, hombre en busca de oportunidades o un futuro mejor. La diferencia, creo, es que la literatura, el cine y las ciencias sociales han relatado o estudiado muy bien las vicisitudes de esos viajes y aventuras vitales, pero pocas como Aida han logrado relatar tan bien el viaje de estas mujeres. Mujeres periféricas, generalmente pobres o al menos no lo suficientemente ricas, que aspiran a tener como ellos una vida mejor. Y aunque es cierto que hay mucha sensación de Madrid en este libro, las infinitas historias de clasísmo, sexismo y violencia, no se circunscriben a la mayor urbe del país. Son relatos que muchas viven tanto en las periferias catalanas, como en el rico País Vasco, cualquier ciudad mediterránea o en los rincones de tu isla turística preferida. Dependerá del contexto, la situación y la escala.
Como es habitual en esta especie de reseñas, que desconozco si alguien realmente lee, me gustaría invitar a leer está obra con la que he tenido la oportunidad de disfrutar y aprender mucho. Es una lectura que incomoda, enseña y emociona a partes iguales. Esta reseña es también un reconocimiento a todas ellas: las que criaron, limpiaron, cuidaron y levantaron ciudad sin ser escuchadas. No abundan las perspectivas directas de las vidas de las demás, pero valga la inmersión para saber lo que se cuece, como podemos cambiarlo y no excusarse con que no te han avisado.
Datos del libro :
Título completo: Hijas del hormigón: Historias de clasísmo, sexismo y violencia en las periferias españolas
Fecha de publicación: marzo 2025 (ed. Debate)
Número de páginas: 400 (aunque algunas ediciones indican también 400)
Editorial: Debate / Penguin Random House
Autor: Aida Dos Santos


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